LOS PRIMEROS PRINCIPIOS

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Para Spencer la sociología era una ciencia superorgánica que centra su atención en aquellos procesos que suponen las acciones coordinadas de varios individuos. Para él el proceso biológico se identifica con el proceso social y localiza y ubica los hechos de la sociología en el paralelismo funcional entre el organismo animal y las sociedades humanas. Piensa que la sociedad, como entidad con vida propia, y con autonomía respecto de los elementos aislados que la integran, está sometida a la dinámica de desarrollo, estructura y función, de manera análoga a los fenómenos del crecimiento, estructura y función en los seres animales. Es así que la sociología humana encuentra una fuerte conexión con el mundo orgánico animal.

En coherencia procede a interpretar las mismas leyes biológicas en términos de hechos sociales para inmediatamente después razonar sobre ellas cual si se tratasen de leyes sociales. Este procedimiento analógico que configura a la sociedad como una entidad similar a la un organismo animal, al tiempo supondría una rémora para éxito de su teoría social.

Ese razonamiento analógico es, desde luego, desafortunado, pues la sociedad humana nunca puede ser equiparada y menos aún identificada con un organismo biológico. Sin embargo, es lo que viene a mantener Spencer. Ello queda nítidamente reflejado en su ensayo Organicismo social publicado en 1860 y oportunamente traducido en nuestro país. Se trata de un organicismo biológico, que debe distinguirse del organicismo ético-espiritual; e incluso, en cierta medida, se puede decir que la recepción de Spencer en nuestro país estuvo marcada por esa impronta de distinción entre ambos tipos de organicismos, aunque no faltaron intentos de «krausis-tizar» a Spencer para hacerlo más compatible con la filosofía social del krausismo. Se afirmaba que no había nada en Spencer que no se encontrase en Krause, aunque al mismo tiempo se realzaban las importantes diferencias entre la filosofía krausista y la filosofía social del krausismo. En Spencer el organicismo sociológico tenía una fuerte impronta biologista, en cuyo marco la sociedad es equiparada metafóricamente a un organismo vivo, pero que, sin embargo, en su esquema de pensamiento no anula la individualidad de los sujetos que agrupa. Ese organismo social está sujeto a leyes naturales de la evolución, regidas en Spencer por la lucha por la supervivencia de los más aptos. Es más, para Spencer la historia social es una «historia natural», de manera que es necesario rechazar la posibilidad de una transformación «artificial» de la sociedad fuera de sus mecanismos espontáneos y evolutivos de cambio y adaptación.

Autor
Traductor
Colección
Crítica del Derecho * Arte del Derecho
Número en la colección
90
Materia
Filosofía del Derecho
Idioma
  • Castellano
EAN
9788498364705
ISBN
978-84-9836-470-5
Depósito legal
GR. 2455/2008
Páginas
400
Ancho
17 cm
Alto
24 cm
Edición
1
Fecha publicación
19-01-2009
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