HOMO MULTIDIMENSIONAL

La preparación remota de este libro comenzó en 1992, cuando estaba redactando la sección II del volumen primero de «El hombre en cuerpo y alma» (1995) y que se refería al alma humana desde el estricto punto de vista de la concepción tomista. Aunque la relación entre este último libro y el presente es bastante lejana, conserva aquella un cierto valor de modelo histórico de referencia, aunque en un segundo plano.
Era necesario hacer ahora lo que Tomás hizo en el siglo XIII y Hegel intentó en el XIX. Si entonces se admitía la física aristotélica y si su concepción de la matemática era deudora del experimentalismo e instrumentalismo, se necesitaba en el Tercer Milenio partir de la física de la complejidad, de la filosofía de la lógica matemática y de la neurociencia, entre otras ramas de la ciencia actual. No quería «modernizar» nada, impostar un collage o un «pastiche», a modo de «arreglo», entre lo antiguo y lo moderno. La filosofía como búsqueda de la verdad exige pensar las cosas en serio, haciendo suya la verdad donde la encuentre. Replantearse el problema de las relaciones mente-cerebro, la teoría del conocimiento y la estructura antropológica desde nuevas bases.
No es tarea fácil, porque las teorías de la relatividad, de las geometrías curvas, de la genética y la reunificación de lógica y matemática, son cada una de ellas revoluciones teóricas, conectadas entre sí, de enormes consecuencias prácticas.
En el entorno de la aparición de aquella obra que coordinaba el dominico Abelardo Lobato, gran estudioso y difusor del tomismo por todo el mundo y a la que contribuyó, también, Eudaldo Forment, defensor de la misma concepción desde su cátedra de Barcelona, fue precisándose el diseño mental de Homo.
Asimismo, debe mencionarse un capítulo mío de la obra Metafísica de la familia que coordinaba Juan Cruz con el nombre de «Identidad y sexo». Aunque anterior, también tiene mucho que ver «La inserción del hombre en la empresa» (1994) publicada en los Cuadernos de Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra. El análisis del pensamiento de Heidegger en 1996, que fue completado posteriormente con la temática de varios Cursos Monográficos, permitió un enlace con el pensamiento hermenéutico y existencial.
Como se puede comprobar, los tres o cuatro años que van desde 1992 a 1996, establecieron los cimientos de la obra que ahora publica la Editorial Comares, en la Colección que dirige Juan Antonio Nicolás, responsable de la edición de las Obras Filosóficas y Científicas de G.W. Leibniz en castellano.
La redacción material se inició después de la publicación de mi libro sobre Spinoza en 2009 y se nutrió de mis lecturas de Frege y Russell, que me remitieron a Leibniz, y de las lecturas del pensamiento físico y matemático reciente, Einstein, Gauss, Gödel, y los grandes científicos y divulgadores, Popper, Eccles, Penrose, Hawkinmg, entre otros.
Respecto al libro Neurofilosofía que apareció en septiembre de este mismo año en Every View, sólo debo añadir que, escrito un año después de Homo, trata de usar un lenguaje más accesible y resumido que el presente y que siempre puede aportar desarrollos interesantes.
La obra que ahora pongo en manos del lector es solamente las primicias de un nuevo paradigma que debe madurar y llegar a sus últimas consecuencias en la teoría del conocimiento, la lógica, la ética y la teología «natural», siempre y cuando lo permita Dios.
Tampoco debo ocultar las motivaciones e «intereses» que debajo del pensamiento racional lo mueven desde fuera, de modo semejante a como el metabolismo de nuestro organismo hace posible el pensamiento puro. Esa motivación de fondo se refiere a la necesidad sentida, por convicción, de evidenciar el profundo ensamblamiento entre la fe religiosa y la razón humana, señalando como la estructura de la fe, es, materialmente hablando, la estructura misma de todo acto humano. El deseo de dejar atrás los conflictos entre las ciencias y la religión, entre la filosofía y las ciencias y entre todas ellas y la fe cristiana, ha sido el catalizador. El reconciliar todo lo que durante siglos ha estado en permanente confrontación no puede tener más que consecuencias beneficiosas para la paz del mundo, pues sólo en la verdad se pueden encontrar los hilos conductores que llevan a la paz.